Escobas y banderas
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Hace un par de años, causó un cierto revuelo la noticia de que el ex presidente Aznar había movido los hilos y había dejado importantes cantidades de dinero para que le otorgaran un reconocimiento en Estados Unidos. Es decir, que se había servido, previo pago, de un lobby de presión para alcanzar sus objetivos. A menor escala, por supuesto, la situación no dista demasiado en el fondo de la que hemos conocido respecto a la Escoba de Oro recibida la semana pasada por el Ayuntamiento de Collado Villalba. Un concurso en el que el simple hecho de participar supone el desembolso de 725 euros, una cantidad que, si bien no es muy alta, sí simboliza a la perfección la verdadera valía del galardón, al que sólo puede acceder quien antes pasa por caja. Insistimos en que el dinero (120.000 de las antiguas pesetas) es lo de menos, aunque la suma de un premio tras otro puede elevar las cosas más de lo deseable. En todo caso, demuestra que en casos como éste hay que relativizar. Villalba muestra imágenes a diario (en esta edición de El Faro del Guadarrama aparecen algunas) que ponen en duda esa supuesta gestión medioambiental impecable. Tirando de refranero, podríamos decir que “no es oro todo lo que reluce”.
Y continuando con los galardones de este corte, el Consistorio villalbino recibió ayer uno más, la Bandera Verde, aunque el desafortunado protagonismo en este caso fue para el Ayuntamiento de Torrelodones, que en el mismo hall del hotel Ritz, donde se entregaban los premios, se quedó compuesto y sin bandera. El hecho puede ser interpretado como una anécdota, una sorpresa, una mala jugada o una merecida decisión, dependiendo de quién saque las correspondientes conclusiones. PSOE, IU y los grupos ecologistas han indicado que no hay nada extraño en que esto haya sucedido, mientras que el Ejecutivo, con un notable enfado, ha mostrado su indignación, especialmente por el hecho de enterarse a las mismas puertas del hotel. Lo que resulta indudable es que hay otra manera de hacer las cosas, porque desde luego no parece que ésta sea la mejor, conduciendo al alcalde a una trampa con un reportero de Caiga Quien Caiga como testigo. Una situación que viene a desvelar el matiz propagandístico, cuando no político, que frecuentemente acompaña a estos premios y que finalmente les resta credibilidad. Lo importante, antes que las escobas o las banderas, es que el galardón debe reflejarse en la calle todos los días.