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FERIA DE COLLADO VILLALBA: EL CICLO SE QUEDÓ COJO Y EL PÚBLICO APENAS RESPONDIÓ

Entretenido festejo de rejones, mientras que la terna pasó de puntillas en la novillada picada

Por ALFREDO FERNÁNDEZ
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Javier Cortés cortó una oreja en la novillada del día 13
Javier Cortés cortó una oreja en la novillada del día 13
Los tres espectáculos celebrados en la Feria de San Antonio de Collado Villalba dejaron el ciclo cojo. Una novillada picada, un festejo de rejones y una novillada de promoción era un menú demasiado escaso en cantidad y calidad.
Se notó mucho la eliminación de la corrida de toros. En un abono tan deslavazado, apenas podemos hablar de triunfadores, porque no los hubo.

Atrás quedaron aquellas novilladas donde los primeros espadas de la novillería pasaban por aquí y la plaza se llenaba. José Tomás, Chamón Ortega, El Pireo, Víctor Puerto... Eran algunos de los novilleros que toreaban por San Antonio.

Ahora la feria poco a poco va perdiendo más su identidad y su personalidad y cada vez con menor respuesta de público porque el reclamo de los carteles no interesan. La plaza se cubrió en menos de su mitad cada día y eso que era pequeña.

Luego hay otros factores que también influyen negativamente y que el Consistorio no se preocupa de poner remedio: la plaza es portátil está muy mal ubicada. No tiene accesos y está muy retirada del casco urbano. El recorrido del encierro es una birria (100 metros). Además, no se promocionan los festejos y sobre todo falta calidad en las combinaciones. Parece que el propósito del Ayuntamiento es querer cargarse la feria para quedarse con la de Santiago, porque su pasotismo no deja ver otra cosa.

Esta feria tiene mucha tradición y sería una pena echarla a perder. Se debería hacer una restructuración importante si es que se quiere mantener; de lo contario, va por el camino de que se disipe porque el interés del empresario, lógicamente, no es otro que el sacar los máximos beneficios
Novillada picada
El festejo más importante se celebró el sábado 13, festividad de San Antonio. Novillada picada con reses de Hermanos González Rodríguez. Un encierro bien presentado, fino de cabos y con tres novillos jaboneros con cuajo y enseñando las puntas por delante.

Dentro del conjunto, hubo de todo: un primero manejable pero justo de fuerzas; un cuarto muy potable y alegre, y un tercero bravo en varas, encastado y exigente en la muleta. El resto tuvo más problemas.

Sin embargo la terna de novilleros -Javier Cortés, Pablo Lechuga y Juan Carlos Rey- no acabó de estar a gusto y no aprovecharon las posibilidades de al menos tres novillos para cortarles las orejas.

El ganado ganó por goleada a sabiendas que este tipo de novillos que tienen casta y desarrollan problemas no son la tonta de la pandereta y si los novilleros quieren triunfar deben arriesgar y jugársela sin cuentos.

Javier Cortés por ejemplo anduvo discreto con el novillo que rompió plaza. Un utrero muy manejable que en el momento en que se le metió por dentro al novillero optó por coger la espada y pasaportarle. Con la tizona no anduvo acertado.

Cortés estuvo más enfibrado con el cuarto, un novillo de González que pedía distancia. Realizó una faena entonada donde lo más brillante fueron los remates finales. Pinchó en dos ocasiones antes de cobrar una estocada, cortando un trofeo.

A Juan Carlos Rey, con el lote con más dificultades, no se le vio con técnica ni nada resuelto. Su primero le propinó una fuerte voltereta y optó por la brevedad. A su segundo le compuso una faena muy larga con empeño pero sin acople. Paseó una oreja un tanto generosa.

El peor parado de los tres fue Pablo Lechuga. Su primero hizo una brava pelea en varas y llegó a la muleta con poder y exigencia. Al novillero le asaltaron las dudas y la firmeza de plantas no apareció en ningún momento. Era un novillo de tirar la moneda al aire y no de tocarle las orejas. El sexto tuvo peor condición, pero el madrileño tampoco lo vio claro y nunca quiso meterle mano y ponerse de verdad para buscar el éxito. Fue silenciado en ambos.

Para el final, los rejones
El domingo 14 se cerró la feria con un entretenido festejo de rejones, aunque estos espectáculos siguen sin tener demasiada demanda en la Sierra.

Lo más brillante lo realizó Raúl Martín Burgos, que hizo gala de una buena monta y una cuadra de caballos en muy buen momento. A sus manos fueron a parar tres orejas y la sensación de estar ante un jinete que merece ocupar mejores posiciones.

Sus compañeros de cartel ya fueron otra cosa. Rubén Sánchez cortó una oreja ante cada uno de sus oponentes por mostrar voluntad y recursos.

Sólo un trofeo paseó el portugués Antonio D’Almeida, mucho menos rodado que Burgos y Sánchez. Se lidiaron seis astados de Villamarta, que aunque sosos en general sirvieron para el lucimiento de las cabalgaduras.
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