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Punto de vista

La exigencia debe ser recíproca

Mariano Valcárcel González

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Permitidme que me vuelva a meter en otro jardín sin flores. Permitidme equivocar mi juicio. Permitid que me arriesgue a ser objeto de controversia. Lo hago a raíz de un suceso que recabó la atención de los medios acerca de un caso judicial, habido en Cádiz, que afectaba a una familia mauritana. La cuestión, recuerdo, estribaba en el obligado matrimonio de una menor de dicha familia con un varón de unos 40 años; boda parece ser realizada en Mauritania. La familia vive en nuestro país. Pasó el tema a caso judicial por argumentarse atentado contra los derechos de esa niña y otras acusaciones.

Y vengo al tema porque en las manifestaciones habidas a favor de la familia mauritana se argumentaba que “debíamos respetar sus costumbres aquí como ellos respetan las nuestras en el suyo”.
Tal es la falacia esgrimida que me ha provocado estas reflexiones: Es demasiado duro y descarado esgrimir tal argumento cuando de muchos es sabido que en países donde la ley islámica es ley a su vez civil el contravenirla o incumplirla puede costar muy caro. Es sabido que se penaliza muy duramente (la muerte incluso), por ejemplo, el que un o una musulmana se case con un o una cristiana. En el Magreb, ahora, se está condenando a individuos que se han hecho cristianos. Es sabido que en el ambiente del rigorismo islámico, si impera por ley, cualquier infracción o disidencia puede ser fatal y no vale la argumentación de la diferente cultura del infractor si lo hace públicamente (y a veces privadamente si es acusado). No vale pues el pedir respeto a una supuesta conducta o costumbre por una también supuesta, que no verdadera, reciprocidad. El respeto debe salir del alma misma de quien respeta. El respeto debe salir del convencimiento de la particularidad de otros, y de su libertad. Pero el respeto debe ser mutuo y consecuente, cosa que no se da en muchas ocasiones. Por ello la sociedad, nuestra sociedad, debe establecer como norma el respeto y la convivencia que emanan de nuestras leyes. Y a ellas deberán ajustarse quienes quieran convivir en nuestras culturas al igual que no se nos permite interferir en las suyas.

La llamada Alianza de Civilizaciones se debe establecer bajo el prisma del mutuo entendimiento, el mutuo respeto y la garantía de cierta reciprocidad; si no es así no es tal alianza, sino una triste rendición de unas partes frente a las otros. Un vergonzante encogimiento de hombros y echar la vista hacia otra parte ante ciertas barbaridades cometidas o por cometer, todo antes que supuestamente ofender a nadie. Es eso entonces una política de cobardes.

Concluyo: quienes no estén dispuestos a acatar la norma y ley derivada de nuestro pensamiento occidental, mientras por acá vivan, pues que se retiren a sus países de origen. Así de fácil.
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