El mirador
Prensa
amarilla
M. González
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
En realidad mucho se ha escrito, y se sigue escribiendo, sobre la prensa amarilla, y en el sentido de cómo tergiversa la información. A principios del siglo XX, los periódicos, sin la competencia de la radio y la televisión, eran el principal agente de información del público. Muchos de ellos rivalizaban usando todo tipo de métodos, limpios y no tan limpios, para atraer tanto como fuera posible a los lectores, y una de las formas más eficaces era, desde luego, el sensacionalismo.
En la ciudad de Nueva York, importantes firmas de periódicos competían unas con otras sacando a relucir sórdidos relatos sobre crímenes y sexo. En el año 1890, se introdujo sin embargo una forma más literaria de atraer la atención del público: las máquinas de las editoriales periodísticas fueron modificadas para poder producir tintas de distintos colores; si se usaban en los grandes titulares, producían un efecto especial que provocaba la venta de numerosos ejemplares. En 1896, precisamente la dirección de World, que se editaba en la ciudad de la Gran Manzana, dio un gran paso. Puso sus viñetas cómicas en primer página, dibujadas por Richard F.Outcault, las cuales presentaban a un muchachito que investigaba la escena ciudadana y hacía sardónicos comentarios que eran impresos en su ropa despedazada, pintada de amarillo brillante, de modo que las historietas fueron llamadas El chaval amarillo. La edición, como era de esperar, aumentó considerablemente y el World estuvo pronto en la cima de su tirada. La desenfrenada competición que se originó posteriormente fue determinante para la propagación del periodismo amarillo. Fue entonces cuando se iniciaron los conflictos con nuestro país y Cuba, alentados por USA. Para asegurar su circulación, algunos periódicos se dedicaron a levantar el fervor patriótico ayudando al desarrollo y participación de una guerra innecesaria en el año 1898. La prensa americana recurrió al sensacionalismo para provocar la indignación de los ciudadanos y esto dio origen a la voladura del Maine y el inicio de la guerra hispano-estadounidense. Hoy el calificativo de periodismo amarillo se continúa aplicando a cualquier vulgar sensacionalismo que tiene sólo fines lucrativos a costa de la veracidad de la noticia. Así, en algunos espacios televisivos se suele dar mucha importancia a asuntos de escasa trascendencia, como la vida privada de personas famosas, o casi famosas, que despiertan, quiérase o no, cierto interés en determinado público.