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Gran tarde del espada serrano en Moralzarzal |
Corrida de toros del 1
de mayo en Moralzarzal
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
El matador de toros Iván Vicente cuajó una gran faena muy mal rematada con los aceros en la corrida de toros celebrada el pasado 1 de mayo en la plaza cubierta de Moralzarzal y que estuvo organizada por el empresario Víctor López.
Con muy poca asistencia de público (en torno a 1.500 personas), se lidiaron tres toros de la ganadería anunciada de Antonio Arribas (3º, 4º, y 5º) y tres de Jaime Brujó (1º, 2º y 6º), que vinieron a sustituir a los de Arribas tras lesionarse en chiqueros. Conjunto de correcta presencia, con más cuajo los primeros y más livianos los segundos, aunque éstos lucieron buenas caras y pitones. Cada ganadero enlotó un buen toro. Uno de ellos fue el segundo de la tarde, con el hierro de Brujó, toro muy alegre, con transmisión y potable y que le tocó en suerte o desgracia a Juan Bautista. Le cortó dos trofeos de poco peso, el segundo regalado por la presidencia. Bautista no se acopló en una labor muy ligera y en la que imprimió mucha velocidad al trasteo. Un buen toro que no fue exprimido como merecía. Como mató con eficacia, se llevó el excesivo premio que señalamos. El francés estuvo machacón con el quinto, un animal de escasa raza con el que anduvo espeso y sin emplearse. Resultó ovacionado.
Otro de los buenos toros de la tarde fue el tercero, un ejemplar de Arribas de muy buen tipo que blandeó en los primeros tercios, pero que sacó un gran fondo de bravura, también es cierto que gracias a las manos de su matador, Iván Vicente. Fue una faena maciza, con dos tandas sobre la zurda de gran trazo, con mucha hondura y donde llevó muy cosido por abajo al animal. El de Soto además estuvo inteligente, no atacando en exceso al de Arribas para así cuajar una obra mal rubricada con el acero.
El último integrante de la terna era “Rafaelillo”, que cortó dos fáciles orejas del manejable toro que abrió plaza en una labor más deseosa que efectiva. Con el inválido cuarto realizó una faena larga y sin brillo.
Las Ventas (Madrid) - Corrida de Toros Goyesca del 2 de Mayo
Emoción y casta con los toros de Adolfo Martín
La emoción de la casta y de la bravura la pusieron los toros de Adolfo Martín en la corrida goyesca celebrada el pasado lunes 2 de mayo. El encierro encandiló a los aficionados en una tarde de fuertes emociones. Corrida bien presentada. Fina. Seria. Sin exceso pero con trapío. Íntegra por todos los lados. Un lujo. Es la grandeza del toro bravo frente al borrego descastado y mutilado de casi todos los días. Enfrente tuvo una terna que no le perdió la cara nunca: Liria, Encabo y Robleño. El toro de la tarde fue el segundo, “Mulillero”, un animal que tomó cuatro puyazos memorables, el último con el regatón. El picador, Rafael Da Silva, hizo la suerte de manera colosal. Encabo estuvo muy generoso con el toro, dejó verlo. Es de agradecer. Sin embargo, luego con la muleta debió domeñar y poder las embestidas del toro para someterlo y ver que desarrollaba. El toro le pudo. También al toro le faltó nobleza, ésa que le sobra al toro moderno de hoy día. Se le pidió la vuelta al ruedo. Si el toro rompe, quizá ahora podríamos hablar de indulto. Una pena. Pepín Liria, por su parte, resultó lesionado en su primero, un encastado “adolfo” con el que el espada se peleó con sinceridad. Sólo mató éste. Robleño tuvo un lote de toros nobles y potables. Debió atacar un poquito más al quinto, un animal con el que dejó muletazos muy conseguidos pero que remató mal con el acero.