Luca Lancini
Nacido en Italia en 1971, ha desarrollado parte de su carrera en Cataluña. Entre sus próximos proyectos destaca la creación de un parque infantil sostenible en El Escorial. A la presentación de esta iniciativa acudieron el alcalde, Lorenzo Fernández Fau, y el viceconsejero de Medio Ambiente, José Trigueros.
La arquitectura sostenible empieza a dejar de ser una utopía, y más cerca de lo que pensamos, en la urbanización El Alcor II, en El Escorial, donde ayer se presentó el proyecto piloto de Fujy (
www.fujy.org), dirigido por el arquitecto Luca Lancini. Una vivienda unifamiliar (detalle en la fotografía superior) en la que se han aplicado criterios de sostenibilidad, con paneles solares integrados en la pizarra, circuitos que aprovechan el agua de lluvia, lámparas de bajo consumo, grifos con temporizador y suelos radiantes. Todo ello bajo una cáscara maciza que garantiza una buena inercia térmica y arropa un sistema constructivo mixto de pilares y forjados de madera y paredes de carga. Jardines de invierno, lamas de aluminio, transparencias hacia el sur y una pasarela son algunos de los detalles que completan este proyecto que ya es una realidad. “La arquitectura tiene que estar en permanente contacto con los distintos sectores de nuestra sociedad para enriquecerse de contenidos y enfoques diferentes y reflejarlos morfológicamente en sus espacios”, indica Luca Lancini, que lleva trabajando en esta idea desde 1999. Siete años en los que el proyecto ha cambiado de manera considerable, “porque cada empresa que ha participado ha propuesto modificaciones y mejoras, lo que hizo más compleja la dirección de obra”.
Arquitectura en movimiento que este italiano considera que también se puede trasladar a otro tipo de actuaciones, como bloques de pisos, y no sólo a una casa unifamiliar en una pequeña urbanización como ocurre en este caso. “El tema de la sostenibilidad está más bien en cómo afrontar la arquitectura, pero como criterio se puede aplicar a todo tipo de construcciones”. En todo caso, explica, en el tiempo en que ha desarrollado esta actuación se ha notado un acercamiento, hasta hace poco impensable, entre medio ambiente y urbanismo. “En el 2000, cuando presentaba este proyecto, la gente me miraba como si fuera un visionario, y en 2005, cuando estábamos dando los últimos retoques, ya sabían de qué les estaba hablando. Sí ha habido un avance en ese sentido, y también por las normativas, ya que muchos ayuntamientos han aprobado ordenanzas en esta línea. Es algo que está ayudando mucho a fomentar la arquitectura sostenible, porque parece que hasta que algo no se transforma en ley la gente no hace caso; es algo parecido a lo que ocurrió con el cinturón de seguridad en el coche: existía, pero nadie lo utilizaba hasta que fue obligatorio”. Y todo ello, dice, “con un coste real de la obra que incide muy poco en el precio de venta. No es una arquitectura cara, sino de calidad. Y en cambio el ahorro energético es muy grande, y más en un país como España, donde hay muchas horas de luz”. Un dato al que hay que sumar el hecho de que la sostenibilidad arquitectónica permite reducir el impacto ambiental negativo en un 39 por ciento.