La finca Monesterio
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:13h
Descartada la opción del monte Abantos a la hora de elaborar el nuevo planeamiento urbanístico de San Lorenzo de El Escorial, los miembros del Ejecutivo que preside el popular José Luis Fernández Quejo, no tardaron mucho tiempo en encontrar remedio a su futuro crecimiento: la finca Monesterio, un paraje situado a 15 kilómetros del Real Sitio, lindante con los municipios de Guadarrama, Alpedrete, El Escorial y Collado Villalba, y que según los primeros estudios reúne todas las condiciones necesarias para ubicar las 7.000 viviendas que este Consistorio tiene previsto incluir dentro del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), actualmente en periodo de redacción. Además, el futuro crecimiento demográfico -dada la ubicación del suelo- no afectaría a un municipio ya de por sí con graves precariedades en sus infraestructuras y, para poner la guinda al pastel, les permitiría ingresar en las arcas municipales millones de euros vía licencias y tasas. Pero la cosa no termina ahí y los políticos sanlorentinos saben que hasta podrían ponerse ‘una medalla’ con la Comunidad de Madrid al facilitar el desestimiento judicial de los propietarios de los terrenos de Abantos por la querella presentada contra el ente autonómico tras el decretazo de Ruiz Gallardón, por entonces presidente del Ejecutivo regional, que tras el incendio del monte prohibió todo tipo de actuación urbanística en el entorno. La segunda medalla les llegaría a través de estas familias, pues el Consistorio sanlorentino ya ha hecho público que en caso de llevarse a cabo la recalificación de la finca Monesterio, permutaría dichos terrenos (ahora preservados) por otros en la nueva zona a desarrollar.
Por eso no debe sorprendernos que la Consejería de Ordenación del Territorio, haya dejado entrever su buena disposición a la posible inclusión de la finca Monesterio en el futuro ordenamiento urbanístico de San Lorenzo de El Escorial, aún siendo conscientes de los inconvenientes que este atípico emplazamiento pueda generar a los municipios colindantes y a la preocupación mostrada hasta ahora por colectivos y asociaciones ante lo que consideran la destrucción de un entorno de reconocido valor histórico y ecológico. Y es que las patatas calientes cuanto antes se quiten de encima, mejor.