La negrura de este instante no debe impedir nuestra resistencia

Si ya el ambiente político y social en este país era irrespirable, la tragedia vivida en Valencia el pasado martes 29 de octubre lo ha empeorado hasta cotas insoportables.

Conviene intentar poner un poco de cordura y sensatez en este desvarío e intentar aportar un punto de labor didáctica ante tanto bulo, manipulación y tergiversación.

No hace tanto tiempo que vivimos una tragedia de dimensiones mucho mayores. En la gestión de la Covid el gobierno hizo lo que tenía que hacer, declarar el estado de alarma y tomar las riendas en exclusiva, evitando así que hubiera más muertes y sufrimiento.

Eso le trajo una lluvia de críticas feroces por parte de la oposición e incluso presentaron una denuncia ante el Tribunal Constitucional que por sentencia de 14 de Julio de 2021 declaró inconstitucional.

¿Cómo esa misma oposición ahora reclama que se haga lo que ellos mismos tumbaron antes?

La sociedad debe saber esto porque cambiaría mucho la dirección hacia donde dirigir sus quejas e indignación.

En el caso actual el gobierno de la nación se ha cuidado muy mucho de tomar medidas como las anteriores y ha permitido en base al estado de las autonomías del que nos dotó nuestra alabada constitución, que sea el gobern de la generalitat valenciana el que lleve las riendas.

Algún día deberemos abrir el debate sobre si ese estado descentralizado sirve como corset en estas desgracias, pero ahora no toca.

Es hacia allí hacia donde debían haber dirigido sus iras los ciudadanos que ayer montaron la bronca, hacia el señor Mazón con su doble responsabilidad.

La primera al no tomar en cuenta los avisos que desde poco más de las 7 de la mañana le lanzaron desde la AEMET señalando la alerta roja en la zona, que por cierto tuvo un comportamiento ejemplar durante el resto del día en el que todos sus portavoces fueron advirtiendo de ese peligro.

Ante ello el señor Mazón y su gobierno hizo oídos sordos hasta algo más de las 20 horas cuando lanzó su mensaje a los móviles de la ciudadanía.

¿Cuántas personas a esa hora se habían ahogado, o corrían riesgo de hacerlo? ¿Cuántas por tanto se podían haber salvado de haberlo lanzado a las 10 de la mañana?

Su segunda responsabilidad viene de su nefasta gestión una vez ocurrida la tragedia.

Incluso antes de que ocurriera al haber desactivado la Unidad de Emergencia Valenciana que habría resultado vital, considerándola un “chiringuito” del PSOE y posteriormente sin recurrir a lo que el estado tenía posibilidad de ofrecerle como por ejemplo el ejército, tal como señaló la ministra Margarita Robles con fuertes críticas por su parte.

No señores y señoras de la derecha extrema y la extrema derecha, no todos los políticos son iguales, unos están teniendo más responsabilidad que otros en esta crisis.

Esta labor didáctica echo de menos por parte del gobierno al que veo en una actitud prudente peligrosa. Hay que señalar una y otra vez la verdad para frenar la labor de intoxicación y manipulación.

Y tampoco es verdad ese peligroso mensaje de que “pueblo salva a pueblo” primero porque en nuestra sociedad existen diferentes pueblos y segundo porque el estado en una democracia resulta vital para la protección de la ciudadanía.

Observo con preocupación y ahí las redes sociales están cumpliendo un papel peligrosísimo, que esos mensajes de ultraderecha se extienden como mancha de aceite sobre el fango.

De ahí lo ocurrido en la visita de los reyes a Paiporta del pasado domingo. El gobierno detectó ese peligro y se lo trasladó a la casa real desaconsejando la visita. No hicieron caso y pasó lo que pasó.

Como señaló posteriormente su alcaldesa que iba en la comitiva, no reconoció como vecino de su pueblo a ninguno de los alborotadores que provocaron los disturbios, en especial hacia Pedro Sánchez.

Tenían todo preparado, incluso bates de beisbol y barras para las agresiones y lo que resulta más grave, alguien les informó de la ruta que iba a seguir la comitiva.

Creo que ha llegado el momento de depurar responsabilidades hasta el final y caiga quien caiga.

Porque estas situaciones acaban poniendo en peligro a la propia democracia y eso no lo podemos ni debemos consentir.

Solidaridad con las víctimas y con las familias que lo han perdido todo sí, beligerancia activa para frenar al fascismo y sus cómplices también. No puede haber silencio ni ambigüedad en estos instantes, porque nos jugamos mucho, demasiado.

Ni un paso atrás compañeras y compañeros, alcemos nuestra voz ante la mentira y la manipulación y que cada cual asuma su responsabilidad real.

Vivimos tiempos oscuros, negros, pero no nos van a doblegar, como tampoco lo consiguieron en el pasado.

Veremos.