Diario digital de la Sierra Noroeste de Madrid
22 de noviembre de 2024, 1:23:26
Opinión


De cómo un país se transforma de víctima en agresor

Por José Luis Úriz Iglesias

En mi anterior reflexión analizaba sobre la posibilidad de ser equidistante ante los conflictos actuales. Reconozco que en esta ocasión y a la vista de los acontecimientos he decidido dejar de serlo, aunque ello me traiga críticas feroces en un mundo donde el sionismo y la extrema derecha próxima se imponen de manera contundente.


Para evitar mayores equívocos la iniciaré condenando sin paliativos, el ataque injusto y cruel que hace un año sufrieron por parte de un grupo que se comportó como terrorista; Hamás.

Ya anticipé que igualmente condenaba su reacción desproporcionada contra Gaza, que ha provocado su destrucción casi absoluta y 42.000 asesinados, una parte importante de ellos mujeres y niños.

Han infringido durante ese tiempo todas las normas internacionales y humanitarias habidas y por haber, con una casi absoluto impunidad, sin que nadie haya osado a intentar frenar ese desvarío.

Las leves críticas que les han llegado desde una institución prestigiosa como la ONU, han traído como consecuencia por su parte criticas brutales contra su SG, António Guterres, permitiéndose incluso prohibir su entrada en su territorio. Parece que para ellos todo vale, que tienen patente de corso internacional para cometer cualquier barbaridad.

Por otra parte, han continuado sus tropelías en Cisjordania, incrementando los ilegales asentamientos de sus colonos que infringen numerosas resoluciones de la propia ONU. Con continuas provocaciones y acosos a sus habitantes naturales.

De pobres agredidos ese 7 de octubre han pasado a matones de barrio actuales, con la protección vergonzante del “primo de Zumosol”, papa EE.UU.

Todo ello con el silencio casi absoluto de la comunidad internacional, en especial una UE que ni está ni se la espera y la ausencia clamorosa de unos países árabes que ignorando el injusto sufrimiento del pueblo palestino, están más interesados en debilitar a su enemigo común, Irán.

Mínimas manifestaciones en lugares concretos, de una sociedad que no acaba de entender que así se convierten en cómplice de ese genocidio.

Cuando ya se creía que habían cruzado todas las líneas rojas de la ignominia en Gaza y Cisjordania, ahora se han “permitido” invadir un estado soberano como Líbano elgando que desde allí la milicia de Hezbolá les fustigaba constantemente. Lo que no dicen es que esos ataques (condenables sin ninguna duda) apenas les han producido daños y mucho menos víctimas.

También atacar otros como Yemen, Siria, e incluso Irán, asesinando con impunidad al líder de Hamás y a responsables de su Guardia Revolucionaria. Todo les vale, todo parece que tienen permitido.

Su líder, Benjamín Netanyahu, se encuentra en plena huida hacia adelante, consciente de que su permanencia en política depende exclusivamente de que las agresiones y provocaciones que perpreta sean cada vez de mayor intensidad.

Buscando lo que al final ha encontrado, la reacción violenta de Irán con su igualmente ilegal ataque del pasado martes.

Ahora ya tenemos la posibilidad de tormenta perfecta, porque estas situaciones se saben cómo comienzan, pero no como terminan.

Si como parece lógico Israel responde atacando Irán, dependiendo de qué contundencia tenga esa respuesta podemos entrar en una espiral diabólica, que entre otras consecuencias acabe afectando al precio del petroleo y del gas, en un momento en el que parecía se comenzaba a remontar desde el punto de vista económico.

Ignoramos el capítulo siguiente, pero todo se está poniendo de un color gris tendiendo a negro.

Como final pesimista podría tener como consecuencia favorecer el triunfo, que ahora parecía improbable, de un enloquecido Donald Trump. Quizás los estadounidenses acaben pensando que es mejor tener como líder a un duro de película. Mal rollo.

Volviendo a la pregunta inicial, mi respuesta a estas alturas de la película es que Israel ha pasado de ser víctima de acoso injusto a verdugo con rango de criminal global.

Veremos.

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