Pablo Iglesias se empeña en llevar a PP y VOX al poder

Curiosamente el “domingo de ramos”, el día que Jesucristo fue paseado por Jerusalén en burro aclamado por sus seguidores, justo antes de su semana de pasión que culminó con la crucifixión. Esperemos que en este caso no sea premonitorio.

Lamentablemente ha surgido de nuevo el espíritu cainita tan propio de la izquierda. Así lo que debiera haber sido un acontecimiento de relanzamiento y fortalecimiento de lo que existe a la izquierda del PSOE, se ha ensombrecido por la cerrazón del grupo duro que en estos instantes controla férreamente Podemos.

Todo lo que existe en ese espacio ha estado este domingo en el Polideportivo Magariños cuna del Estudiantes de baloncesto, justo donde jugó Pedro Sánchez. ¿Casualidad o cabriola del destino?

Más Madrid con Iñigo Errejón, Mónica García, o Rita Maestre, Compromis de Joan Baldoví o el alcalde de Valencia, Joan Ribó, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, Juantxo López de Uralde de alianza verde (antes Equo), IU, PCE, Chunta Aragonesista, UGT, CC.OO. etc.

Pero también una amplia representación de Podemos, Juame Asens, Antón Gómez-Reino, Txema Guijarro, la eurodiputada Eugenia Rodríguez Palop, sus líderes en Navarra (territorio del que proviene Belarra) y Galicia, el vicepresidente del Gobern Balear, Juan Pedro Yllanes, la vicepresidenta del Congreso, Gloria Elzo, o ministros como Alberto Garzón y Joan Subirats.

Muchos, muchísimos, pero no todos. Faltaban precisamente quienes pueden hacer descarrilar poniendo palos en las ruedas, a “Sumar”, al gobierno de coalición y a las izquierdas en su conjunto.

Pablo Iglesias desde su retiro dorado de Galapagar acompañado de su guardia pretoriana, Irene Montero y Ione Belarra con su posición de resistencia numantina estéril han desvirtuado lo que debiera haber sido una jornada de júbilo.

¿Por qué no han asistido y entorpecen su desarrollo”. ¿Por celos políticos de un Iglesias que entiende le “hace sombra”?

Recordar que fue él quien señaló a Yolanda Díaz como su sucesora. Pero no esperaba su subida fulgurante hasta llegar a ser la ministra más valorada del gobierno. Tampoco que no se deje manejar por sus caprichos.

La excusa de las primarias no es nada más que eso, una excusa, sobre todo porque Díaz ha asegurado que se harán.

¿Por qué entonces? Quizás porque en su delirio ha dado por hecha la victoria del PP y ya se ve como líder de la oposición a esa derecha los próximos años al entender que la derrota del PSOE y Sumar supondrá la desaparición de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

Así según su delirio entorpecer la continuidad del gobierno actual, traerá como consecuencia su vuelta a la política bajo palio de sus seguidores.

Cortoplacismo se llama eso, insensatez de una izquierda como enfermedad infantil del comunismo como señalaba Lenin.

Iglesias con su mesianismo irresponsable está dispuesto a sacrificar a las izquierdas, a un fructífero y eficaz gobierno de coalición, especialmente para los sectores más desfavorecidos de la sociedad, en su política de tierra quemada. “O yo, o el caos” parece clamar desde su chalet de nuevo rico.

Mientras, en la otra orilla Feijóo y su PP más VOX se relamen de gusto, conscientes de que es precisamente él, Pablo Iglesias, quien puede llevarlos en volandas a la Moncloa.

Qué pena Pablo, qué daño estás haciendo. Qué daño tus incondicionales Monteo y Belarra.

No es la primera vez que ocurre, la historia de la izquierda está repleta de mesiánicos de este calibre. Gentes repletas de ego que gustan de crear sectas en las que sus seguidores pierden su voluntad siguiendo incondicionalmente a su gurú (ahora lo llaman líder).

Sumar ya está aquí, ojalá las gentes sensatas de la izquierda a la izquierda del PSOE, especialmente sus votantes, no se dejen seducir por los cánticos de sirena que nos llevan a todos directos a las rocas del naufragio y premien a quienes unen y castiguen a quienes separan.

Veremos.