Diario digital de la Sierra Noroeste de Madrid
22 de noviembre de 2024, 12:08:35
Opinión


Entre bisoñas, bisoñes, bisoñis, bisoños y bisoñus

Por Jorge Molina Sanz

Con la colección de neófitos, sectarios ideologizados y malvados en diferentes estamentos an-da el juego político.


El marino, con el primer sorbo del café comenta:

—Tantas portadas ocupadas por la ley del «sólo sí, es si», la «ley trans», «ley del aborto» o la del «bienestar animal» lo único que dejan patente es que, leyes importantes y necesarias, en manos de las personas inadecuadas, con falta de pericia y exceso de sectarismo ideológico, acaban creando conflictos con resultados nefastos que, lejos de atajar los problemas, lo que hacen es acrecentarlos, crear confusión, crispación y malestar social.

Enfundarse en la bandera de un malentendido «progresismo» no es la solución. Este es un país con un exceso de leyes y vemos que se legisla a la medida de determinados colectivos, siguiendo intereses concretos y no para solucionar problemas. La eliminación de la sedición y la modificación de la malversación son más ejemplos.

Todas ellas se alejan de principios básicos, como son el carácter general que deben tener las leyes, disminuyen la seguridad jurídica ciudadana, otras rozan garantías constitucionales o reducen la sensación de justicia e igualdad ante la ley.

Muchas veces da la sensación de que, a través de esas leyes, lo que solamente se busca es introducir criterios ideológicos para favorecer una hegemonía política, lo que desemboca en polarización, implantación de una agenda ideológica o promover el conflicto social; terreno en el que algunas formaciones de izquierdas necesitan para sacar réditos electorales.

La joven profesora interviene:

—Además cualquier discrepancia en estos temas, fácilmente corres el riesgo de ser anatemizado y acusado de lo peor.

La política se ha convertido en algo infumable, con gobernantes que, lejos de ser servidores públicos, han formado una casta, cada vez más intocable, alejados de la sociedad y que venden una mercancía para su propio consumo. Los ciudadanos hemos dejado de estar en su centro de decisiones y preocupaciones.

Sabemos que la acción de gobierno siempre es compleja, máxime cuando se pretende introducir cambios que afectan a la ciudadanía. Por ello sólo son admisibles cuando esas leyes buscan el bien común o para proponer proyectos con visión del corto, medio y largo plazo, pero siempre alejados de la ideología y que se antepongan los intereses de país, por encima de todo.

Aunque todo ese juego político se sustenta por la supuesta «superioridad moral» que se arrogan determinadas formaciones, argumentos que suenan a broma, Realmente esta es una política de trileros, aplicada por personas con un mediocre nivel de formación, escasa experiencia profesional y un exceso de enchufados, cuyo único mérito es pertenecer al partido. Tanta bisoñez, escasez de ideas y de objetivos resulta insufrible y en el medio plazo con consecuencias negativas.

El marino añade:

—Todas estas decisiones en materia legislativa nos afectan a todos, aunque no son menos importantes decisiones que se toman en materia económica, laboral y financiera, algunas de ellas nos lastraran durante muchos años y previsiblemente nos resten oportunidades de crecimiento en el futuro.

Vemos políticas de la UE que cuando a los países dominantes, como Alemania o Francia, no les convienen dejan de aplicarlas en su país, mientras que nosotros no quedamos lastrados sin defender con rotundidad nuestros intereses.

Un ejemplo, en materia de energía, es el cierre de las centrales térmicas de ciclo combinado. Mientras Alemania las ponía en marcha, incluso de carbón.

Prosigue la joven profesora:

—Centrales españolas en las que se había invertido para conseguir un mínimo impacto ambiental, como es el caso de la de Carboneras, en Almería, una de las menos contaminantes de carbón del mundo y conectada a una subestación de la Red Nacional, con conexiones hacia Murcia, Albacete, Granada y Málaga, para garantizar un aporte de energía importante.

Su baja contaminación permitía que se pudiera compatibilizar con el desarrollo turístico de la zona y mantener la actividad pesquera. Además, la desaladora contigua, que contamina los fondos marinos cercanos con la salmuera que desemboca en el mar —¿dónde están los ecologistas? — se paliaba por el agua que la central vertía al mar y hacía un importante efecto de dilución.

Añadamos la pérdida de unos 600 puestos de trabajo, entre directos e indirectos; empleos de carácter industrial con salarios superiores a los de otras actividades de servicios. Un buen negocio.

Ese tipo de decisiones sólo se entienden como fruto de la bisoñez, ideología, algo de arrogancia y de redentores, sin visión de futuro y alejados de la defensa a ultranza de los intereses españoles.

Tenemos muchos ejemplos cercanos de desmantelamientos industriales, que lejos de acercarnos a la «modernidad» han sumido a la zona en el paro y a la desindustrialización.

Añade el viejo marino:

—Lo que planteas es lo lógico, claro que para eso necesitamos al frente menos bisoñas, bisoñes, bisoñis, bisoños, bisoñus. Nos hace falta algo menos de tontería y mucho más de realismo.

Nuestros amigos se miran, coinciden en que están dibujando otro país. Se levantan y emprenden el camino del sol y la playa que, a pesar del frio invernal, es más agradable

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