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Opinión | |||
La guerra de Indra con dos catalanes, un vasco y un armenio de por medio |
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Convertir a Indra en la más poderosa arma de futuro de este país es una tarea que exigiría un Gobierno muy fuerte, muy cohesionado y con diálogo y explicaciones sobre el objetivo a conquistar con la oposición. Pedro Sánchez quiere, pero cada paso que da es un paso hacia atrás. |
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La estrategia en la que se ha embarcado en Indra solo podrá ganarla si pacta con Nuñez Feijóo, se aleja de de los “amigos” incómodos dentro y fuera del Gabinete, y no permite las trampas. Demasiadas dimisiones al mismo tiempo en demasiados sitios. El presidente del Gobierno está haciendo todo lo que no debería, ya sea por desconocimiento, por precipitación, por malos consejos y por falta de la más elemental de las vigilancias. Pensó en una “hoja de ruta” que le llevaría a conseguir un papel relevante e imprescindible en Europa y en Iberoamérica basado en la tecnología, el control de los movimientos electorales y la absoluta lealtad de las personas elegidas para llevarla a buen puerto. Primero tenía que asaltar el poder interno en Indra. Lo hizo logrando la salida de Fernando Abril Martorell y la llegada de Marc Murtra a la presidencia de la sociedad para, de forma inmediata, expulsar al consejero delegado y a los consejeros que se oponían a la maniobra. El escándalo solo está en sus comienzos. El resto de los despropósitos irán saliendo según se vayan conociendo las trampas, que son muchas y sonrojantes por lo evidente. Indra necesitaba dinero para crecer, por el lado financiero, y control de las tecnologías de defensa -sin ser la única y quizás la menos apropiada- para poder “negociar” con sus socios de la OTAN; y poner su capacidad “electoral” al servicio de los nuevos Gobiernos de Iberomérica, desde Méjico a Argentina y Venezuela, pasando por Perú, Ecuador, Bolivia y República Dominicana. Hasta pensó que sería un estupendo “caballo de Troya” para que, desde Washington, le consideraran un moderno y útil Ulises moviéndose junto a expresidentes y exministros con dobles nacionalidades en el “patio trasero” de Estados Unidos. Pidió inversiones a los “ricos” del país y a los fondos extranjeros, y le encargó a la ALANTRA de Santiago Eguidazu, Santiago Bergareche y Luís Carlos Croissier la búsqueda de los socios financieros. Ahí es donde aparece Joseph Oughourlian y Amber, presidente de Prisa -la necesidad de los medios de comunicación es más que evidente- y del principal de los “Fondos armenios” que se mueven por el mundo. Separarle de Berge Setrakian, presidente de la poderosa Asociación de armenios en el exterior, y del expresidente de Telefónica y de Altadis, Cesar Alierta, es imposible. Más de 30 años de amistad y de negocios unen a los dos últimos. Aparecieron dos nuevos “jugadores” en esta especie de ruleta de intereses. Ambos dispuestos a apostar al mismo número. Por un lado el Gobierno vasco y la empresa Duro Felguera. Los graves problemas económicos que atravesaba les hicieron mirar a la que consideraban su “Joya de la corona”, necesaria para la propia seguridad nacional: EPICOM, dedicada a la criptografía. Creyeron encontrar la solución en la SEPI y su “participación en sociedades industriales” como fuente de financiación y de presión para conseguir que las entidades financieras les dieran el respiro que necesitaban para “no devolver” toda la deuda acumulada… Miraron en el mercado y descubrieron que la “operación redonda” estaba en convencer al Gobierno y a la SEPI, que ya se estaba posicionando en Indra (a Sánchez y su equipo de jóvenes consultores, con Murtra a la cabeza) de la necesidad de “comprar” la joya de la corona criptográfica que guardaba en su interior. La tambaleante Duro Felguera se podía salvar, se le “hacia un favor” al gobierno de Urkullu y al PNV, y desde la Cataluña socialista se avanza a en el aterrizaje de ejecutivos en el núcleo de empresas públicas. Dicho y hecho, y barato: por tres millones de euros la SEPI -con todas las dudas pero sin atreverse a decir no al Ejecutivo- compró el 40% de la empresa vasca y se quedó con los derechos en exclusiva para comprar el otro sesenta por ciento, hasta llegar a desembolsar los diez en los que se valoró a EPICOM. Una operación con tantas aristas y con tanta dudosa rentabilidad en el futuro que las sospechas sobre el fondo de la misma y de la existencia de intereses más oscuros no tardaron en llegan las páginas de los medios de comunicación. Las primeras refriegas aparecen en enero de 2021 y así han llegado hasta hoy. El precio oficial tenía condiciones anexas. Duro Felguera, con Jaime Arguelles al frente, recibió 120 millones de euros para sanear su economía y, al mismo tempo, se presionó a los bancos: Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell y Liberbank para que hicieran importantes quitas a la deuda que acumulaba con esas entidades, nada más y nada menos que otros 142 millones de euros. La SEPI, dependiente del Ministerio de Hacienda, tuvo que pactar con el de Defensa, ya que EPICOM es considerada una empresa estratégica. Las ministras Montero y Robles pusieron sus cartas sobre la mesa del presidente: el responsable de la empresa adquirida tenía que ser un hombre que ya estuviese en el CCN. Otra bomba de relojería presta a explotar: la misma persona colocada a los dos lados de la red. Desde su puesto en el organismo criptográfico que sirve a la Defensa de este país, y que es quien tiene que extender los certificados de garantía de las empresas que contraten ese tipo de servicios, se colocaba en marzo de 2022 como presidente de una de esas mismas empresas. El teniente coronel José Miguel Loste lleva desde hace muchos años en su puesto en el CCN y al que se le ha colocado en una “posición delicada” por las prisas del Gobierno, sobre todo por el visto bueno que se dió a Huawei para el despliegue del 5G, causa de uno de los más importantes desencuentros con USA, la CIA y el Pentágono. Se resolvió a medias tanto por la habilidad negociadora de la administración norteamericana, que implicó a varios países europeos, y la aceptación, con lógico enfado, del Gobierno chino tras la detención de una de las ejecutivas clave de la compañía. Si los niños crecen, los problemas también. Pedro Sánchez eligió a Marc Murtra por ser uno de los dirigentes del PSC que más le apoyó desde su primera defenestración como Secretario General del PSOE. Tenía, además, a su favor el haber sido el hombre de confianza de tres exministros socialistas procedentes de Cataluña: Joan Clos, Miquel Iceta y Salvador Illa. Un experto en la tramitación de los Fondos Next Generation de la Unión Europea desde sus dos consultoras, Nobul Consulting y CREA, y con ventaja política añadida: amigo personal del principal ideólogo del nacionalismo de derechas en Cataluña, David Madí, exsecretario de Comunicación con Jordi Pujol y Artur Más y directivo de Aguas de Barcelona. La “Operación Volkhov” iniciada y llevada a cabo por la Guardia Civil les separó, dadas las implicaciones en el llamado “Tsunami Democratic” y pendiente Madí de declarar en la causa que lleva el juez Joaquín Aguirre. Un ejecutivo con múltiples conexiones empresariales y políticas en Barcelona y Madrid que le llevaron a tener una “relación privilegiada” con Iván Redondo a finales de 2020, durante la etapa de éste como jefe de gabinete de Pedro Sánchez pese a las denuncias ante la Fiscalía europea, que le ha citado a declarar como imputado este mes de julio. Tal vez sus relaciones históricas como consultor de Deloitte y nieto de Joan Baptista Cendrós, fundador de Omnium Cultural, le sirvan para que Borja Prado le ayude en los próximos meses. Dos catalanes, un empresario vasco, tres partidos nacionalistas con presencia en este “juego” de las armas tecnológicas del futuro, con varios Ministerios centrales por medio, cambios importantes en el CNI y en el CCN y un armenio, vicepresidente de la AGBU, que es capaz de negociar ayuda directa de empresas españolas en el despacho del presidente de Armenia mientras, junto a su cuñado y socio colombiano, le compra la mayoría de las acciones del club de fútbol de Zaragoza a su amigo e invitado a todas las cenas que organiza la Asociación cada año en Londres, Cesar Alierta, para sumar ese bagaje futbolístico a los otros tres que ya posee en Colombia, Francia e Italia, y tras haber “tanteado” la posibilidad de entrar como accionista en el Sevilla. Su amigo y también socio, Gustavo Serpa, es otro de los nombres que merece una historia aparte, por algo es cuñado del hombre que fue ministro de Interior, de Justicia y Fiscal General del país centroamericano. |
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